Andres pensaba que a veces era bueno salir a pasear sin la moto. Bueno, desde hace un tiempo que se había visto obligado a salir sin ella por un pequeño desperfecto que presentaba la maquina, y que no podría reparar, hasta que llegaran las piezas que encargo al extranjero. Andres es un joven un tanto exigente con ciertas cosas.
Pensaba que era bueno salir sin la moto por lo que había ocurrido la madrugada de ese día. Eran alrededor de las 2 de la tarde y Andres había despertado recién luego de haber llegado a su hogar temprano por la mañana. Se encontraba en su pieza, acostado en su cama y tapado a medias con una sábana blanca. El resto de la ropa de cama estaba en el suelo y los cojines en cualquier lado menos donde debían. El resto de la habitación seguía el mismo orden de la cama. Platos de comida en los muebles, ropa en el suelo, en una silla y encima del televisor. Revistas y libros seguían una distribución similar. En las paredes habían dibujos, posters, fotos y un calendario mostrando un mes que no era el actual. Negras cortinas en las ventanas impedían que la luz entrara con tanta libertad en la habitación, por lo que era posible para Andres dormir hasta avanzadas horas del día sin preocuparse del mundo exterior.
Mientras se levantaba seguía pensando en la joven que había ayudado hace unas horas. Hace rato que no tenía una pelea así, y sabía que no sería la última. Al llegar a la cocina encontró varios platos con comida, era su almuerzo, y una nota que decía -Avisa si vas a llegar tarde-. Se dirigió al baño para tomar una ducha. -A veces es necesario hacer esto- dijo mientras se duchaba, y no podía evitar pensar en aquella joven. Así que optó por hacer lo más lógico que se le ocurrió, la iría a buscar, donde fuera que estuviese. Salió de la ducha, se vistió y fue al patio a ver a su máquina, como él la llamaba. - ¿Sigues ahí eh?, inmóvil, quejándote. Ya te pondrás mejor, te lo prometo- Le dijo a la moto. Volvió adentro, calentó la comida y se dispuso a almorzar. No disfrutó mucho el manjar que se encontraba en la mesa, pues a Andres no le gusta almorzar en soledad, así que comió lo más rápido que pudo y salió de su hogar. Vivía en un barrio normal, un poco peligroso de noche, pero de día nada que resaltara. Comenzó a caminar en dirección al centro de la ciudad, sabía que allí encontraría a la joven de aquel incidente.
Era de locos intentar llegar caminando al centro, pues quedaba un poco lejos, por lo que Andres decidió tomar un bus a su destino. Al subir al bus se sentó junto a una ventana donde no le llegara el sol y se quedo dormido inmediatamente. Sin tener idea de cuánto rato había pasado, despertó y se bajó lo más rápido que pudo del bus, no sabía dónde estaba ni que hacia allí. Un par de segundos después Andres recordó que iba al centro a buscar a aquella joven del día anterior. Miro a su alrededor y se ubico en seguida. Se había pasado un par de cuadras de su destino caminó hacia donde se dirigía. Finalmente llegó a la falda de un pequeño cerro en medio de la ciudad y sentó a esperar en la banca de una plaza.
Eran cerca de las 6 de la tarde y Andres esperaba pacientemente. Por su cabeza seguían pasando las imágenes de la pelea que tuvo, las caras, los sonidos, los olores volvían a su mente y lo ponían un tanto ansioso. Sin previo aviso se levanto de golpe de la banca y dijo en voz alta -Ahí estas- mientras miraba una bus pasar hacia el oriente de la ciudad. Apresuro el paso, cruzo la calle y tomo otro bus en la misma dirección. La mirada de Andres era de alguien muy concentrado, él sabía que no podía perder el rastro así que ignoraba todo lo demás que había a su alrededor. Luego de un momento en le bus se bajó, corrió un par de cuadras y en una esquina, cruzando una calle, vio a la joven que estaba buscando. Vestía jeans azules ajustados y una polera blanca con una símbolo extraño en el pecho. Además llevaba un bolso negro y usaba unas zapatillas un tanto gastadas que en algún momento fueron blancas. Andres solo la siguió de lejos para ver a donde iba. Entro a un bar en una calle pequeña alejada un par de cuadras de la avenida principal, pero Andres se quedo afuera esperando, pensando bien qué hacer.
Paso una hora y Andres, al ver que la joven no salía, entró al bar para saber que sucedía. Al entrar solo vio una típica imagen de un bar, gente en la barra tomando alguna cosa. grupos de gente en mesas conversando, riendo y nada fuera de lo común. Pero no pudo encontrar a la joven por ningún lado. Se sentó en la barra finalmente cuando vio que quien lo iba a atender era exactamente la joven que buscaba. No pudo disimular la sonrisa que apareció en su boca y la joven no pudo evitar sorprenderse con tal encuentro. -Hola de nuevo- dijo Andres. Un tímido hola salió de la boca de la joven seguido por un -Que sorpresa, ¿que vas a querer?-. Andres respondió sin pensarlo -Una cerveza negra por favor-. La joven se la dio y no dijo nada más. Un momento después se acerco a Andres y le dijo -Me llamo Mina, gracias por lo de anoche-. Andres asintió con la cabeza y Mina se alejó a atender a otra persona.
martes, noviembre 29, 2011
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1 comentario:
Leído!
He de notar que no haces pasar piola que eres el protagonista, osea! hasta el mismo nombre!
Cambiaste el estilo de escritura, rara vez encuentro ese estilo escrito, es curioso, pero te quedo bk :)
Ahora sigue escribiendo!
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