lunes, septiembre 28, 2015

Desayuno

-¿Qué quieres de desayuno?- Me preguntó con una sonrisa en el rostro.
-Con un té, y quizás un pan con huevo, estoy bien- Respondí con una sonrisa yo

... No me gusta mentir, pero esa mañana lo tuve que hacer...

miércoles, septiembre 16, 2015

Dormir

El no poder conciliar el sueño... dichosos aquellos que pueden dormir a penas apoyan la cabeza en la almohada...

miércoles, septiembre 09, 2015

El Profesor de la revolución

-Hola
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Bien también
-Oye, te hablo por interés/pedirte un favor
-¿En qué puedo ayudar?

Así es como partió una conversación con una compañera, alumna en uno de los cursos de los que soy ayudante, que me necesitaba para un pequeño asunto.

El tema es que me necesitaban para que hiciera una clase abierta en la universidad, mientras nos encontrábamos en paro, y aprovechara de hablar sobre la revolución a los alumnos de primer año o a quienes llegaran. Era urgente, para el día siguiente, entre las dos y las cinco de la tarde.

Mientras me cuestionaba sobre qué podría decir yo en pro de la revolución, le pregunté a mi compañera, fiel representante y luchadora de esta causa, de que materia debía hacer la clase precisamente. Ella me dijo que de álgebra, un repaso de todo. Estuve de acuerdo en ayudar, fijamos la hora y en agradecimiento me gané un corazón. Al mismo tiempo, pensé que sería mejor que ella hablara sobre el tema, pues era mejor idea a que yo lo hiciera. Me dijo que no sabía si podía ir y que en caso de ser necesario me enviaría un punteo sobre más o menos que decir.

Bueno, con la sala y hora fijada, procedí a preparar la clase y esperar el punteo sobre que decir. Seguía pensando que era mejor no decirle a la gente todo lo que yo opinaba sobre la revolución. Invité gente a la que le hago clases regulares de álgebra a que fueran y que invitaran a sus compañeros. Le avisé a un amigo, siempre metido en estos temas, a que me ayudara a hablar sobre esto y si quería fuera él a hablar también. Quedó en responderme. Y yo quede esperando.

Esperé el punteo sobre que decir y nunca llegó. Terminé de preparar la clase, decidí pensar al otro día sobre que decir y me fui a dormir...

...Soñé un par de cosas locas, nada que ver con la revolución ni con las clases, soñé con un perro que le ladraba a una pared mientras otro perro descansaba a la sombra de un árbol. Soñé que el perro que ladraba se quedaba sin aliento mas la pared seguía ahí, de hecho parecía que se había vuelto más grande. El perro a la sombra ignoraba al perro que ladraba, aun cuando este lo necesitaba en su misión de ladrarle a la pared. De repente, la pared pareció ceder y un ladrillo salió volando de su estructura y fue a dar contra la cabeza del perro a la sombra, quien se molesto. El perro ladró una vez más y la pared soltó otro ladrillo, que fue a dar nuevamente al perro a la sombra, este se molestó aun más. El problema era que la pared se regeneraba, se necesitarían más ladridos para botarla. El perro ladrador fue a buscar al que estaba en la sombra para que le ayudara. El que estaba en la sombra, molesto por los ladrillos en la cabeza, se negó rotundamente. El perro ladrador volvió a lo suyo y los ladrillos fueron a parar al perro que descansaba otra vez. Al final el perro a la sombra se enojó y comenzó a ladrar, pero no contra la pared, si no que contra el otro perro, que cansado ya no podía igualar en fuerza a los ladridos de aquel que había estado descansando. La pared continuó creciendo, el perro ladrador se quedo sin voz y el perro a la sombra volvió a dormir. Me acerqué a ver que había al otro lado de la pared, sorpresa mía cuando lo que vi fue un prado con muchos árboles que prestaban su sombra para dormir...

Al despertar, desayuné sin recordar que tenía que hablar sobre la revolución, es más, ni me preocupé, total el asunto era después de almuerzo, así que avancé con otras cosas que tenía que hacer. Respondí unos mails, estudié un poco de cosas que no me iban a preguntar en ninguna parte, leí sobre temas innecesarios y al final almorcé. Revisé la clase que iba a hacer y me dispuse a salir de mi hogar para llegar a la universidad. En el trayecto me di cuenta de dos cosas: La primera, no tenía plumón así que debía pasar a comprar. Lo más probable es que en la universidad no hubiera, así que intenté comprar en algún almacén que encontrara en el camino. La segunda, sabía sin saber que les iba a decir sobre la revolución a los asistentes a mi clase. Eso era un problema, pues mis ideas si bien están de acuerdo con el tema, pueden sonar un tanto extrañas para quienes no estén acostumbrados a escucharme hablar.

Elaboré un discurso para empezar la clase, preguntas a los estudiantes sobre el tema y diseñé una linda conversación en mi cabeza sobre la revolución. Resultado, eso no iba a resultar. Seguía sin saber que decir. Decidí dejar que todo fluyera, iba a hacer la clase, tocar el tema y dejar que ellos conversaran entre sí, indicándoles algunas cosas de vez en cuando. Sí, eso sonaba a un buen plan. Ya más relajado compré el plumón y llegué a la sala donde debía hacer la clase.

Había como ocho personas en la sala, pero a mi primera mirada noté que no parecían alumnos. Uno de ellos, que tenía canas y cara de ser profesor hace mucho tiempo, por la chaqueta, el maletín y la mirada, me habló.

-Hola, buenas tardes
-Buenas tardes, vengo a hacer la clase de álgebra
-¿Usted es el profesor?
-O sea, soy ayudante de esta asignatura
-Ah, pero que bien. Nosotros nos moveremos a otra sala entonces a seguir con lo que estábamos

Mientras dijo esto, yo me ubiqué en la mesa del profesor y dejé mis cosas. El resto de las personas mayores que estaban en la sala se pararon, me saludaron y me hicieron un par de preguntas.

-¿De qué va a hacer la clase?
-De álgebra
-Eso ya nos lo dijo, pero la materia
-Ah perdón. Estructuras algebraicas, grupos, anillos, cosas como esas y si alcanzamos morfismos.
-Está bien, suerte con su clase, si necesita algo nos avisa, somos profesores de matemática.
-Gracias les dije yo

Las personas mayores se fueron, eran como cuatro. Quedaron un par de alumnos, por la apariencia obvio que eran alumnos. Dos de ellos se me acercaron, una alumna y un alumno. Se presentaron ante mi como miembros de al federación, me dieron las gracias y me quedaron de contactar en caso de que fuera necesario, en pro de la revolución.

Al final en la sala quedaron dos personas, ellos venían a la clase. -Que convocatoria- pensé yo - deprimente, como todo por acá- Mientras miraba el estado de la sala y el resto de la universidad. Aunque eso era normal, por algo la revolución.

Saludé a los que quedaron en la sala y me presenté. No terminaba de decir mi nombre y llegaron dos alumnos más. Al rato después de explicar que haría una clase de álgebra llegó uno más que entró sin decir nada y se sentó.

Comencé contándoles a los chicos que sinceramente no sabía que decir sobre la revolución, que iba a hacer la clase y mientras tanto iba a hablar sobre el tema, pero siempre desde mi punto de vista. Les pregunté a ellos que pensaban del paro y porque habían asistido a está clase.

-Estoy de acuerdo con las demandas y con la revolución
-Yo también

Indicaron dos de ellos, pero a continuación agregaron.

-Yo vine porque siento que la última materia no la aprendí bien y quiero reforzar para no sacarme mala nota
-Yo no se nada y cuando vuelva a clases me voy a sacar puros rojos.
-Yo vine porque no quiero reprobar

Y la conversación comenzó a girar entorno a las notas y las evaluaciones más que a la revolución, por lo que decidí comenzar la clase. Los presentes entendían el conflicto, pero estaban más preocupados de sus notas que de otra cosa. Aunque mostraron un interés sincero en que se lograra algo con toda esta revuelta.

Comencé a explicar la materia mientras ellos atentos me miraban, me hacían preguntas y resolvían ejercicios. Se habló un poco más de la revolución tratando de colocar la discusión sobre la mesa, pero era complicado. Yo hablaba y la revolución parecía no importar más que para estar de acuerdo con lo que se pedía. En eso terminé de escribir una tanda de ejercicios y les pedí que la resolvieran entre ellos, para yo sentarme y hablar un poco más sobre el tema.

Estuvieron de acuerdo y comenzaron a trabajar. Me dirigí al escritorio y me senté...

...Miré por la puerta entre abierta hacia afuera y vi como caía la nieve, sentí que el frío me calaba los huesos y maldije por esa calefacción que no estaba funcionando. Vi las tropas pasar por el patio y sentí los cantos graves y tristes a lo lejos. Escuché violines, disparos y la caballería pasando por ahí. Volví a pensar en la calefacción, pero agradecí por lo menos de tener luz para alumbrar el salón. Un chico con un fusil al hombro se asomó por la puerta y sonrió. Tras él apareció un perro, se sacudió la nieve y entró al salón, se dirigió al fondo de la sala y se echó en un rincón. A él parecía no importarle que no hubiera calefacción... tampoco parecía importarle mucho la revolución... que perro...

-Profesor, tengo una duda
-¿Ah, qué?, ¿si?, ¿dónde?

Respondí apresurado a la pregunta que me hizo un alumno. No era tan complicado de responder, solo una pequeña confusión. Parecía que ya todos habían terminado los ejercicios, los hicimos en conjunto en la pizarra y explicamos varias cosas. Comenzamos a hablar de la revolución, ahora se veían más entusiasmados. Opinaron al respecto, mostraron una postura bastante coherente para ser alumnos de primer año y escucharon mis opiniones con respeto, asintiendo con la cabeza a lo que les decía. Al final aprendí varias cosas que no había considerado sobre el tema y espero haberles sido útiles a ellos y a la revolución.

Acabamos la clase y dijimos que nos veríamos para una próxima, todos estuvieron de acuerdo. Es más, uno de ellos se acercó a mi personalmente y me dio las gracias pues había sido la mejor clase que había tenido en lo que llevaba en la universidad. No pude sentir más que emoción, pues no soy profesor, soy un simple estudiante que espera poder ayudar.

Salí de la sala y afuera ya no había nieve, no habían tropas, ni se escuchaban cantos a lo lejos. Tampoco disparos y tampoco la caballería pasando por ahí. Un violín sonaba a lo lejos, un muchacho uniformado caminaba por ahí y un perro seguía durmiendo seguro dentro del salón.

domingo, septiembre 06, 2015

Cerveza

Ya les dije que voy a ser el rey de la Cerveza?...

...Estamos en la gran era de la cerveza...así que es lo que debo hacer...

Ahí se ven...
...Entre la espada y el vacío...